Resulta un placer y un honor para un marino de guerra, en mi caso, presentar un libro sobre la gente más sacrificada que trabaja en la mar, como son los pescadores. Yo solamente sufrí un zafarrancho de guerra real cuando iba en el Castilla hasta el puerto de Split en la ex Yugoslavia, hoy Croacia, mientras los pescadores sufren la guerra permanente en sus pequeñas embarcaciones en un medio hostil como es el mar para sobrevivir a sus penurias. La autora en su libro nos indica que el barco es una cárcel sin barrotes donde nadie puede huir, pero yo creo que es más bien un ataúd donde se guardan los peces capturados y donde los pescadores se someten a la voluntad de la mar, cuando son llamados a sus profundidades.
El volumen contiene realmente dos textos en uno. Una parte, casi periodística, descriptiva y realista de acontecimientos pasados, en forma de relatos, donde se recogen fundamentalmente informaciones y testimonios de personas que han padecido los efectos de una pérdida de seres queridos que han entregado su vida en su oficio de la pesca. Acontecimientos que son necesarios recordar, como parte del patrimonio inmaterial de nuestra historia pasada reciente. Y otra parte poética y lírica con poemas relacionados con la pesca y con la mar.
Incluso en la parte narrativa la autora se permite de vez en cuando licencias líricas de exaltación de la naturaleza para añadir dramatismo y colorido y adornar sus historias . Como ocurre en la página 85,en el relato “En tierra y mar lo mismo da “cuando dice: “El viento brinca con el agua picando el mar con sus esculturales rachas, componiendo bailarinas crestas como nacaradas perlas, burbujeando, pululando en un gigantesco hervidero. Rebaño de nubes ingrávidas retozan en un caliginoso cielo, envolviendo la vieja traíña cargada de sustanciosa pesca.”
Libros sobre el mar, la pesca, su poesía, el heroísmo de sus hombres y su dramática dureza no nos han faltado en la literatura contemporánea. Desde Moby Dick, de Hernan Melville y el famoso obsesivo personaje el capitán Ahab. O “El viejo y el mar” de Ernest Hemingway en el que un viejo pescador después de 84 días sin pescar apenas nada decide adentrarse en el mar y captura un merlín ( algo parecido a un pez espada ), en una lucha entre pez y hombre que dura tres días, pero que los tiburones, para su desgracia, después devoran la captura tras la atracción del rastro de sangre dejado. Este último libro refleja en perfecta metáfora la vida de los pescadores, un viejo que sueña forrarse con la captura del merlín y que después de tantos esfuerzos llega a puerto arrastrando solo ya las espinas de ese pez. Mari Loli, en cambio, nos narra, entre otras cosas, las tragedias que provocaron los hundimientos, fundamentalmente de tres barcos El joven Alonso el 7 de diciembre de 1960, El Pepita Aurora, el 5 de septiembre de 2007 o el abordaje del buque mercante El Conquistador al pesquero Dolores de Gomar el 27 de septiembre de 1972. En una población pequeña como Barbate esas tragedias conmocionaron prácticamente a todo el pueblo, por ejemplo el joven Alonso dejó a más de 100 niños huérfanos. Y en muchos de estos naufragios murieron varios parientes de la misma familia, maridos, padres, suegros cuñados, hijos .
Pero dentro de esas historias que resaltan el duelo que provoca estas desgracias hay otras historias interiores porque la escritora nos dibuja el drama desde diversos puntos de vista, como aquel niño de 36 meses que el día que su padre muere le dice a su madre que ha visto a su padre en el agua, o aquel pescador que le entra una angustia vital, como si intuyese lo que le va a pasar antes del embarque y se queda en tierra y se salva del naufragio. O la de aquel marinero, que no sabe nadar y ,con suerte, se ha salvado tres veces en tres naufragios distintos. Incluso también a ese marino que no puede pasar por la noche sin salir a cielo abierto para ver la luna, porque dice que esa fue su fiel compañera en esas noches en las que estaba fuera de casa pescando. Pero aparte nos narra la autora estampas costumbristas de esa vida austera, el poco espacio para dormir, la poco agua para lavarse, las detenciones de las patrulleras marroquíes y los sobornos de los armadores preparados para evitar su encierro. También nos explica las artes de pesca del cerco o de las almadrabas. E incluso nos enseña otros aspectos más mundanos y dramáticos de las desapariciones de los marineros como es la necesidad de ser declarados oficialmente muertos o la imposibilidad de enterrar a sus muertos y no tener sitio para rezarles en los cementerios.
Como poemas yo recomendaría Anclas en la página136 donde se refleja la hastiada vida de los barcos que descansan en puerto y añoran el grito agónico de los atunes. o el Sonido de mi mar página 139 donde las olas del mar hablan a la autora en un mar de preñada vida y preñada muerte. O El mar llora , página 150 donde refleja la tristeza del amor perdido de los que han quedado .
En definitiva es un libro que ha superado su quinta edición y es imprescindible como memoria histórica de una ciudad como Barbate que ha sido independiente de Vejer en el año 1937, en plena guerra civil, y que ha estado muy vinculada siempre con la pesca.