Ideal Romántico
El sueño es un señuelo en el bosque
donde pican los pájaros de lo imposible
que alimento a diario
y, desde que me atrapó,
no hay en toda la Tierra
nadie que me discuta
que el amor es mucho mejor
que el más preciado y abultado cofre.
Ni nada es comparable con una mirada
llena de deseo y de ternura, a la vez,
donde tintinean luces inaccesibles
que un farero se encarga de mantener por la noche
para enderezar el rumbo de los barcos
que han perdido sus cartas de navegación
y eviten, así, chocar contra las afiladas rocas.
El amor sin duda es mucho mejor
que un atardecer en llamas,
una noche llena de estrellas,
un eclipse solar completo
o un ocaso inmenso que coloree el horizonte.
El amor es más bien un bello libro escrito sin censuras,
una autobiografía que te acerca a la propia vida
y la completa con ese manantial de palabras
que rara vez salen de la boca, pero que se posan en los labios
para ofrecer en sus ramas lo que te faltaba para sentirte a gusto.
Es lo que nos eleva a lo sublime, a la cima,
por lo único que valdría la pena dejar de ser libre.
Su pálpito acaricia mi alma con la sensatez de la locura.
Por eso, en la tibia primavera, muy dentro de mí,
he levantado un templo para esa diosa,
una construcción de arquitectura efímera y llena de escalones,
en un bancal perdido dentro de una ladera
y he gritado al aire : ¡Ven a mis brazos ¡
Antonio Anasagasti