Dolor ajeno
Por Antonio Anasagasti.
Por Antonio Anasagasti.
DOLOR AJENO
Los demonios del odio y del dolor
son ladridos de guerra
que suenan en la noche apacible
con un murmullo repetitivo y molesto
de imágenes de gente aplastada
en las pantallas de los informativos
de todos los canales
repicando el rastro de su rencor.
Bombas, casas derribadas,
cuerpos que dejaron de estar calientes
emitidos en los noticieros nocturnos
estropean el paraíso de paz,
las frágiles e inestables fronteras
que hemos construido para aislarnos.
Los zafios desvelados zapean
y huyen de la ubre desgarrada
que amamanta al niño desnutrido,
buscando noticias anodinas,
bodas reales, cotilleos de cama,
entrevistas con sus actores preferidos,
los últimos resultados deportivos
o sus anestésicas melodías favoritas,
mientras el resto de la ciudad duerme indolente
alejada del fragor del fuego,
como si el infierno fuese totalmente ajeno
y nadie sufriese ya por nadie.